Desde Maisí y Baracoa hasta Guane y Sandino, el baile y el canto animarán el espíritu de los cubanos en el comienzo del nuevo año.
En todos los municipios del país, la noche de este viernes 1ro. de enero del 2016 será la del encuentro masivo con el público en plazas, parques y otros espacios donde tradicionalmente se promueve la música popular.
“La respuesta de nuestros artistas ante un evento de esta magnitud ha sido ejemplar”, expresó Orlando Vistel, presidente del Instituto Cubano de la Música. “Existe una vocación y un compromiso con el público y una motivación común: compartir la alegría por la celebración del aniversario 57 del triunfo de la Revolución. Por demás, esta jornada se ha ido convirtiendo en una tradición de verdadero alcance nacional, que va más allá de los bailables de año nuevo”.
“Desde las dos últimas semanas de diciembre hasta el próximo domingo 3 de enero —precisó— se desarrolla un programa de presentaciones muy diversas, que se ajusta a las características y los gustos de las audiencias, incluidas las de los niños y jóvenes. Esto, como se comprenderá, exige esfuerzos en el aseguramiento de la producción artística que involucra a las autoridades locales y a la totalidad de empresas e instituciones culturales”.
En la capital, Alexander Abreu y Habana de Primera y Tania Pantoja se presentarán hoy en la Tribuna Antimperialista José Martí; Elito Revé y el Charangón, en La Habana del Este; Manolito Simonet y su Trabuco y Tumbao Habana, en la Plaza Roja de 10 de Octubre; JG y 9 Milímetros, en La Herradura de San Miguel del Padrón; Pedrito Calvo y Klímax en la Doble Vía de Boyeros; El Niño y La Verdad, en 124 y 51, en Marianao; y Mayquel Blanco y Salsa Mayor y Manana Club, en Guanabacoa.
Paulo FG estará en San Agustín, La Lisa; Bamboleo en la plaza 26 de Julio, Cotorro; la Aragón y Mónica Mesa, en el Liceo de Regla; Qva Libre, en el parque de 13 y 74, Playa; Yumurí y sus Hermanos en el Reparto Eléctrico, Arroyo Naranjo; y Pupy Pedroso y Los que Son Son y David Álvarez y Juego de Manos, en el parqueo del Estadio Latinoamericano, en el Cerro.
OMARA Y LAS PALOMAS DE SAN FRANCISCO
Es muy probable que cada vez que transite por la Plaza de San Francisco, Omara Portuondo recuerde una de sus preferidas tonadas soneras de Ignacio Piñeiro: Cuatro palomas. Es muy probable que antes, durante y después del domingo 3 de enero, ante la presencia de Omara en ese sitio, al que popularmente se le va conociendo como plaza de las palomas, alguien se sienta tentado a entonar una de las estrofas de aquella canción: “Habanera no te canses / de querer a tu sonero / que si me olvidas me muero / sin tu cariño no puedo vivir”. Más que probable, casi seguro es que esa habanera para siempre en la memoria y ese cariño sea el que alguien, unos cuantos, muchos, muchísimos le profesen a Omara Portuondo.
Al caer la noche dominical en la plaza, se sentirá la voz de esta cubana excepcional arropada por la Orquesta Sinfónica Nacional y músicos de la banda a la que ella en las dos últimas décadas se ha integrado para darle la vuelta al mundo, Buena Vista Social Club.
Cierto que como nunca antes se ha internacionalizado su peculiar manera de hacer y sentir la música cubana. “Pero tú sabes —dice— que lo mío es cantar aquí, eso no lo cambio por nada”.
Acaba de transcurrir el año 85 de su vida y de trabajar como si tuviera 20 o 30, con una energía tremenda. No solo con Buena Vista y la parecer interminable gira de despedida, sino también en los estudios de grabación y como invitada en conciertos de agrupaciones y solistas de muy diversa índole.
“Me cuesta trabajo —confiesa— negar una contribución si veo que alguien tiene talento y me propone algo que tiene que ver conmigo”. Esto lo dice de paso, como algo natural, mientras espera por una entrevista para una evocación fílmica sobre Moraima Secada en fase de filmación por el Centro de Producción de Documentales Octavio Cortázar, de la Uneac. Con la memoria al detalle y a flor de labios, recordó la amistad con su compañera en Las D’ Aida.
Al verla ante las cámaras, hay que saber también que Omara es una mujer de cine. Lo más reciente, Omara: Cuba, de Léster Hamlet para Producciones Colibrí, es quizá el testimonio más abarcador sobre su personalidad y carrera artística, sin que por ello quede agotada su biografía.
En buena medida este documental complementa un valiosísimo acercamiento anterior, Omara, estrenado por Fernando Pérez (Clandestinos, Suite Habana, José Martí: el ojo del canario) en 1984, en el cual el hoy célebre director mostró su afición por la música, retomada ahora con la realización del premiado video clip sobre una canción de Marta Valdés que interpreta Haydée Milanés.
Pero Omara en el cine cubano es todavía mucho más: la Mercedes Ayala de la Cecilia, de Humberto Solás; y nada menos que la Mariana Grajales de Baraguá, de Pepe Massip.
¿Habrá más cine con Omara? “Todo es posible”. Solo que ahora, en día de año nuevo, los cinco sentidos de Omara están orientados en el concierto del domingo en la Plaza de San Francisco. Quién sabe si allí a alguien, además de evocar la tonada sonera de Piñeiro, se le ocurra un filme con Omara y las palomas de fondo.
EN GUANE HASTA DONDE EL CUERPO AGUANTE
A esta hora Wil Campa debe estar tomando rumbo a Guane, en el extremo occidental de la Isla, después de despedir el año con la familia en Pinar del Río. Convertido en uno de los artistas más favorecidos por las nuevas generaciones de bailadores, este cantante, compositor y director de orquesta encuentra satisfacciones cuando se halla cara a cara con el público en las comunidades de tierra adentro.
“Uno aprende con la gente. Pobre del artista que piense que lo sabe todo o que sus metas están cumplidas”, dice mientras prepara su compromiso con los bailables por el aniversario 57 del triunfo de la Revolución.
— ¿Lecciones recientes?
—Haber recorrido en el último año buena parte del país te lleva a conocer lo que el público espera de ti y entonces vas afinando la puntería y entras en una dinámica de dar y recibir. Cuba es una sola pero cada zona tiene lo suyo. Por ejemplo, en las provincias orientales, sobre todo fuera de las capitales, e incluso en varias de ellas, hay mucha gente que no se cansa de bailar. Hay lugares en los cuales la historia te penetra por los poros, como cuando llegamos a Buey Arriba, en la Sierra Maestra, o cuando estuvimos en Santa Isabel de las Lajas, donde sientes algo muy grande al saber que el Benny nació allí.
“La provincia de Cienfuegos, por cierto, nos programó en casi todos los municipios y fue bonito compartir en la ciudad cabecera, con el grupo Karamba; su director ha organizado allí al final del verano una experiencia que mezcla todos los ritmos bailables cubanos en boga. Eso sí, cada vez que puedo estoy con Pinar del Río. Soy de allí, la gente de mi orquesta, Gran Unión, también. Y amo a Pinar. Es tremendo lo que pasa cuando interpretamos el homenaje a Polo Montañez”.
— ¿Cómo se traduce en tu obra ese contacto con los bailadores?
—En el gusto por el son. No hay géneros puros, desde hace rato la música bailable está abierta a fusiones, pero en mi caso el son es y seguirá siendo la base, el porcentaje decisivo. Aunque haga, como en una pieza mía, un son mambeado,Pa’ Nueva York. Y eso lo verán en el disco que estoy a punto de concluir.
— ¿Qué le falta a ese nuevo disco?
—Por grabar, dos temas: La llave de los truenos y La vida que lleva ella. No tengo un título definitivo pero me inclino por La mejor vista, una pieza de Alexis Fernández Savón. Mientras tanto, pruebo esas y otras obras mías y de colegas de la orquesta, en los bailables, la mejor manera de ajustar el repertorio. En el estudio de grabación he tenido la colaboración del trompetista Alexander Abreu, el pianista Alejandro Falcón, el bajista Yandry González, el trombonista Amaury Pérez, el tumbador Adel González, el tecladista y arreglista Yusef Díaz, el percusionista El Cuayo y el saxofonista Víctor Guzmán. En el tema Zapato nuevo, de Ronniel Alfonso Mella, intervino Cándido Fabré.
— ¿Algún mensaje para la gente de Guane?
—Estaremos haciendo música hasta que el cuerpo aguante.
Dos caras se fue; llega Imperio. Un porcentaje considerable de los televidentes cubanos se ha aficionado a tal punto a las telenovelas brasileñas de la fábrica Rede Globo, que no imagina que al menos tres veces por semana en horario estelar, con retransmisiones por la madrugada (favor del que no gozan las producciones cubanas), se le prive de un novelón procedente de la poderosa industria audiovisual del país su-
damericano.
Como otras tantas obras de este corte, el enganche con la trama y las subtramas de Dos caraspasa por la densidad de las intrigas y la consistencia con que tales nudos se tejen y destejen. En ello resultan decisivos el oficio del autor y sus colaboradores, la eficacia de la puesta en escena en el seguimiento episódico, la solvencia de los elencos, la apostura de la ambientación y la adecuada utilización de los recursos técnicos complementarios.
Ante Dos caras existen dos tipos de respuestas. Una: la aceptación acrítica de la(s) historias(s). Dos: la aceptación negociada; esa que pone distancia y cuestiona, sin que por ello deje de consumir un producto entretenido, en tanto parte del presupuesto de que las telenovelas brasileñas clasifican entre las de mayor empaque en el orden de la realización, si las comparamos con los culebrones venezolanos, mexicanos y miameros que circulan profusamente en soportes digitales. También, unos y otros, deben admitir una tercera respuesta, las de quienes, por diversas razones tan respetables como las de los dos primeros, no quieren que se les hable siquiera de esta telenovela.
Pero cuando se narra una historia, dentro de las convenciones realistas —y Dos caras, no es que lo diga yo, sino el propio autor principal y la casa productora, se inscribe en el género de “telenovela realista con tema contemporáneo”—, lo primero que se debe respetar es la credibilidad, y esta falla estrepitosamente en el núcleo central. La historia de culpa y redención de Juvenaldo/ Ferrazo puntea entre las más increíbles e insustentables de la teledramaturgia de lo que va de siglo XXI. Ni el actor Dalton Vigh se la cree ni su pareja Marjorie Estiano
—vamos a ver si mejora su actuación en Imperio—, ni el pequeño que interpreta a Renato.
Aguinaldo Silva, escritor de extensa trayectoria en Globo, no solo defendió este desaguisado, sino le tomó el pelo a los televidentes —o quizá se lo tomó a sí mismo— al comparar la solución al caso Ferrazo nada menos que con la que daría un Dostoievski. Silva sí es un caso —Imperio es otra de sus criaturas—, pero merece una nota aparte que redactaremos en los próximos días.
Para completar, la transición de Silvia (Alinne Moraes) de la villanía —no hay telenovela que se respete sin villanos o villanas— a la esquizofrenia criminal se nos hará inolvidable por ser una de las más lamentables actuaciones que se recuerde.
Dos caras tiene mucha tela por donde cortar; solo nos detendremos en el otro protagonista: Juvenal Antena, Antonio Fagundes se lleva las palmas en la interpretación del personaje. Nadie lo duda. Pero lo que propone dista de ser inocente.
Líder carismático, Juvenal funda una favela, la Portelinha, a imagen y semejanza de una muy real, Río das Pedras, en la urbe carioca. Rezuma populismo y clientelismo político, pero resulta tan simpático que esa deformación no pesa. Ama desesperadamente a una mujer, Alzira (Flavia Alessandra), sin embargo los separa, aparentemente, un conflicto machista. Juvenal, cierto, quiere a la mujer en una jaula de oro; Alzira, cierto, quiere ser lo que quiere ser sin que la limite el amor de un hombre. Pero lo que se escamotea es sencillamente terrible, y no tiene nada que ver con moralinas.
Pretender que el baile del palo es “arte”, y realzar su promoción publicitaria, equivale a legitimar la industria del sexo, de la mujer como objeto erótico. Juvenal es un dinosaurio; los que lanzan a Alzira son depredadores de otro signo.
Ya viene Imperio. Tendremos más de lo mismo con diferente ropaje.
Cuando leí el anuncio del portal institucional de la Televisión Cubana, pensé que había equivocado la búsqueda en el ciberespacio al encontrar el siguiente texto:
“Llega el desenlace de las historias reveladoras de Dos caras, que con el pretexto de la venganza por un desengaño amoroso, hurga en temas tan relevantes como la equidad racial, de género, la democracia y la participación política en diferentes escenarios institucionales y privados en Brasil, la realización humana dentro de ambientes de pobreza, la necesidad del apoyo de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) a las comunidades, otros aspectos que incitan a reflexionar y valorar aún más la riqueza comprendida en la diversidad de los individuos. Sobreviene una telenovela que promete adentrarse en las relaciones intrafamiliares, las luchas complejas por conquistar el poder y el reconocimiento dentro de la élite económica de la sociedad brasileña. Con tantos premios avalando su calidad, Imperio augura buenos ratos en las noches de Cubavisión, un regalo excelente para iniciar el 2016”.
¿Ingenuidad irresponsable? Rede Globo no lo haría mejor.
Tropische Kletterfrösche als effiziente Moskitovertilger – im auffällig ökologischen Kuba überall zu finden, darunter an Hotels wie hier – in Brasilien natürlich weitgehend ausgerottet. Kuba hat daher jene Epidemien nicht, die in Brasilien häufig sind, siehe Zika, Dengue etc…